La vida Cristiana no se trata solo de aceptar al Señor en nuestro corazón, ser bautizado y asistir a la iglesia. Al entregar nuestra vida al Señor,adquirimos una nueva naturaleza siendo transformados por el Señor Jesucristo.
Pedro, le escribe a la iglesia y les invita a ser diligentes (estar activos, entusiasmados y no caer en la pereza) pues Dios ya había hecho su trabajo al transformarlos y darles preciosas y grandiosas promesas. Era entonces tiempo de poner en práctica su fe; pero no bastaba solo practicar su fe, sino que Pedro les dice que a su fe le añadieran virtud.
La virtud esta vinculada a la bondad y a la disposición de hacer el bien y el actuar correcto de las personas. Pero a la virtud había que añadir conocimiento; un conocimiento espiritual añadiendo dominio propio.
El dominio propio consiste en controlar tus pensamientos, sentimientos y por ende tus acciones en lugar de que ellos te controlen a ti; añadiendo paciencia la cual simboliza constancia y fortaleza, calma y tranquilidad para esperar.
A la paciencia añadir piedad, que es un sentimiento de compasión o misericordia hacia los demás; y a esto añadir afecto fraternal, el cual se refiere al afecto entre hermanos y miembros de la familia y que se extiende a los amigos mas apreciados.
Al afecto fraternal, añadir amor, que es la esencia misma de Dios. De ahí que el amor es la virtud mas preciada de todo hijo de Dios. El amor es esencial para la relación con Dios y con nuestros semejantes; es dar sin recibir nada a cambio.
En nuestro diario vivir, debemos de poner en practicas estas virtudes y cualidades, trabajando día a día para vivir la sana doctrina como verdaderas hijas de Dios. Su palabra dice: “Pues estas virtudes, al estar en ustedes y al abundar, no los dejarán ociosos ni estériles en el verdadero conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 Pedro 1:8).
Te invito para que ocupemos nuestro tiempo en practicar estas cualidades en abundancia y dar fruto.
Tu hermana,
Ebelia García
IAFCJ #35 Tijuana
