“Mucho me alegré al encontrar algunos de tus hijos andando en la verdad”2 Juan 1:4.
Me puedo imaginar el gozo del apóstol al escribir a los hermanos confesando la alegría de saber que viven y andan en la verdad. Sin embargo, no por esto les abandona, como quien ya ha alcanzado todo, sino que continúa vigilando, aconsejando, cuidando.
Esto me lleva a reflexionar que muchas de nosotras, como madres, al ver que nuestros hijos o hijas ya están en una edad madura, o que quizá están ministrando o sirviendo en la congregación, en su entorno, trabajo, etc. podemos llegar a pensar que ya no debemos estar vigilantes, pues ya son maduros; ya vemos fruto de una relación con Dios y nos podemos gozar por esto. Pero vemos que es necesario seguir vigilando; es necesario seguir interviniendo; es vital el prevenir de falsas enseñanzas y falsos maestros que pretenden engañarles. Así que, debemos estar alertas.
“Porque quien crea estar firme, mire que no caiga” Esto significa que no porque creamos estar firmes un día, dejemos de mirar, vigilar, atender cada paso que se da.
El apóstol les motiva y les felicita, pero también les sigue recordando del principal mandamiento, no como que sea uno nuevo, sino el mismo que ya conocían: “amarse unos a otros”. Tengan cuidado, para que no pierdan lo que hemos logrado.
Amiga, no dejes de vigilar tu casa, tus hijos, tu vida. ¡Sigue atenta! Aun cuando otros te feliciten, no bajes la guardia. Recuerda que el enemigo de nuestras almas anda como león rugiente buscando a quien devorar.
¡Andemos en la verdad!
Devocional por:
Mónica Liliana Pérez
IAFCJ #1 Tijuana