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Mirad por vosotras mismas

“Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo,
sino que recibáis galardón completo.”2 Juan 1:8.

El apóstol Juan, en este capítulo, advierte a la congregación de cuidar el fruto de su trabajo, tanto de manera positiva, como negativa: “para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo” y para “que recibáis galardón completo” por servir fielmente. La advertencia que nos hace es por los muchos engañadores que han salido en este mundo. Existía desde ese tiempo el peligro de no amarnos unos a otros y de conservar la verdad. En ese tiempo, el apóstol encontró muy pocos hermanos que andaban en la verdad.

Parece que experimentamos los mismos problemas, el amor no genuino y el no poder retener la verdad. En este tiempo es alarmante; por ello, es muy importante que esa verdad que conocimos y que nos ha costado tanto, se pueda retener. Hermana escudriña la palabra, que no pase un día sin que tu y yo vayamos y saboreemos la hermosa palabra de Dios (para evitar ser engañadas) que cada versículo y/o capítulo sea parte de nuestro conocimiento y que se manifieste en nosotros en un estilo de vida. Recuerda que no seremos engañadas por personas que desconocen la palabra, o como muchas veces decimos por el enemigo, sino por nuestros mismos hermanos que distorsionan la verdad y nos llevan al error. Por no conocer la verdad (no leemos la palabra de Dios), muchos hermanos son engañados perdiendo el fruto de su trabajo; por apartarse de la verdad que es Jesucristo.

Hermana, no se cuanto tiempo has podido andar en la verdad, cuanto tiempo has podido retener el fruto de vuestro trabajo, si 2, 10, 20 o 40 años que con la ayuda de Dios has podido andar y guardar el fruto de vuestro trabajo, y si lo pudiste hacer durante ese tiempo, lo podrás hacer el tiempo que Dios te preste de vida; solo “TEN CUIDADO”, esa misma advertencia el apóstol le hacia a la iglesia en aquel tiempo y esa misma advertencia te la hago hoy. Cuidemos entonces ese fruto y guardemos la verdad que hace poco o mucho tiempo conocimos.

Devocional por:
Irene Acevedo de Romero